Minientradas

UN “ALGO” PEQUEÑO PARA ACOMPAÑAR EN LA COCINA

A veces aparece un vermú por los instantes más insospechados. Suele ser antes de las comidas, incuso en la preparación salta el deseo y miras de reojo al que tienes al lado, sabiendo, sabiendo que sabe lo que ambos deseáis justo en ese momento en que ya todo empieza a navegar por sartenes y cazuelas.

Es posible que en las prisas no se tenga a mano más que las buenas aceitunas y las pequeñas espadas de madera qué, a su lado, siempre las miran amenazantes. Los deseos se cumplen y unos deciden sacar la copa bonita y volcar en ella aquello que pareciese bendición. A veces lo vemos orando, que es un vino bueno; otras uno de trazas italianas haciendo gestos con el aroma. Emocionadas las copas se dejan llenar y los palillos causan furor entre las aceitunas.

Si es posible, es probable que a mano se tengan unos langostinos. Se tienen. Puede que sean lisos, calvos o rayados, sean como sean langostinos son y como esto solo es un aperitivo, valer, valen.

Escogidos quedan, solo uno por cabeza, que no es venda de ojos, solo un disloque al paladar que exige algo denso antes de que la bebida disimulada nos alegre el trabajo.

Se lavan, se les corta la cabeza, cual reina mala; pelamos las colas y lo ponemos todo junto en una sartencilla. Un chorrito de aceite, unos diamantes de sal, con perlas de pimienta que se añaden y en esas que la vuelta damos. Blancas se ponen y las cabezas más rojas si pueden; con un tenedor aplastamos las cabezas para sacarles los pensamientos, que como no piensan sueltan un jugo que se mezcla con el buen hacer del aceite y antes de que se nos pongan tontos lo bañamos con algún alcohol de esos que por la cocina rondan… un blanco, un coñac a quemar, un vermút. Junto pega un “chuf” y sin dejar de agitar la sartén hacemos girar las colas. Todo esto se hace en no más de cinco minutos, es pues una carrera al disimulo.

Preparamos una cama de… tosta, pan… y bien puede custodiar un aire de lechuga verde sin más.

Acompáñese de compañía y un santo vino o el cardenal vermú. Qué aproveche este aperitivo disimulado.

(Truco: Las colas preparadas quedan con fuerte sabor, pero no por esto dejaré que la salsita, casi crema hecha se pierda. Froto el pan que hace cama, o las colas… lo que bien se pueda)

Letras sueltas.

He cerrado los ojos y te siento aquí. Percibo el calor de tus palabras. Siento como resbalan las eles por mis mejillas y a las íes que dejan los puntos en mi cara y ahora tengo pecas. Unas zetas se han enredado en mis cejas y las es mayúsculas tumbadas en mis parpados parecen pestañas. Tengo miedo a respirar por no comerme unas erres, sin embargo las eses son deliciosas. Me amas con tus letras, me acarician y dejo que las palabras se tornen ideas prendidas en mi pelo.

Tengo que traducírtelas, están un poco enredadas y me gusta el trabajo. No dejes de hablar, me estoy haciendo un vestido.