FOTOGRAFÍAS DE ALTEA by Marixa Gil (clicar para agrandar)

EL PUNTO ÁLGIDO DE MI OJO

Los detalles me rodean, los externos y los internos, y ambos me tienen ocupada, siempre llamando mi atención; se muestran con códigos, a veces sencillos de entender, en otras ocasiones de un complejo entendimiento, pero lo más importante es darme cuenta de que están ahí, de que soy el sujeto de sus insistentes llamadas.

Veo a mi alrededor que la gente está acostumbrada, los recibimos con naturalidad y solo en contadas ocasiones, como cuando nos remueven lo cotidiano, es cuando prestamos la debida atención. Estoy segura de que es por esto que los filósofos andan todo el tiempo con esas caras de circunspectos. Es así y no de otra manera el modo de traducir el mensaje.

Hoy nadaba resuelta en la piscina, hice mis ejercicios disimulados de calentamiento, teniendo en cuenta que mis huesos ya no se han de calentar más; hice aspavientos para que el socorrista no olvide que sé nadar y que puede mirar hacia otro lado; y saqué los juguetes que me llevo para no aburrirme. Nadar en una piscina es la cosa más aburrida del mundo, pero tiene una gran ventaja y no es que acabe con un cuerpo similar a la Williams, pareciendo una sirena hecha mujer, tiene el empuje necesario para que me deslice, como en el agua, en mis pensamientos, en mis mensajes internos, esos que de estar en cualquier otro lugar, no llego a descubrir.

Pienso si no será el aburrimiento el mejor de los modos para la introspección, me reafirmo en esto, y entrada en el purito placer de ser concienzuda, insisto en el análisis.

He descubierto que tengo constantes “moscas” en los ojos. La mosca del ojo, en no sabiendo cómo se la denomina científicamente, es esa pequeña manchita con formas definidas o no, que suelen ser cambiantes, y que uno ve en contadas ocasiones, quizás solo en esos momentos, los dichos, los de introspección, bien sean en una relajada posición o en el baño, como ha sido mi caso. No es la primera vez que las veo, para nada, son viejas compañeras estos hilillos con volteretas y estiramientos que flotan en mis corneas, son viejas amigas que comparten las vistas conmigo, siendo así que llevo mucho tiempo replicando sus formas en un cuadernillo y solo hoy me he dado cuenta de que tienen un significado.

Lo comenté con otras personas y hubo de todo, desde gentes que me miraban sorprendidas, jóvenes, seguro, a otros que si bien las conocían por tenerlas ellos también, no le daban importancia. Cuando les mostraba mis apuntes, creían ver algunas formas conocidas, pero seguramente esto era causa de la empatía que a todos les sale ante una cosa así.

Uno me comentaba que esto no tiene cura y ahora estoy convencida de que no la tiene porque no es una enfermedad, nada más lejos. Solo hay que saber leer.

El cuerpo avisa de distintas maneras, te muestra venas infladas, ojeras, rojeces o anima las uñas con blancas nubes, todo son señales, pero las moscas de los ojos… esas, son diferentes.

Hoy me di cuenta de que es una caligrafía. Hace años aprendí la técnica de escritura a base de pictogramas, la taquigrafía, en la que nunca estuve muy ducha, pero sin embargo puedo llegar a traducir con cierta paciencia, mucha lentitud y algo de imaginación, cualquier cosa personal que se me ponga delante. No llegué a ser rauda tomando dictados con ella, más que nada porque me perdía entre las curvas o las patas estiradas de las consonantes.

Me he dado cuenta de que mis “moscas del ojo” son palabras en taquigrafía y que me han ido diciendo cosas desde hace mucho tiempo, sin llegar a darme cuenta de esto y perdiendo la oportunidad de disfrutar de los avisos. Son mensajes recordatorios, como un secretario oculto en el cuerpo de cada uno, que solo llega a darse a conocer cuando rebasas cierta edad, o la necesidad lo hace perentorio.

Voy traduciendo, poco a poco, y leo las consignas: “Lee” “Busca” “Ahora” “Nunca” incluso he llegado a ver una indicación que se convierte en frase: “Sal y vive” Me doy cuenta de lo extraño de esta afirmación, y que es posible que mi hallazgo haya sido una casualidad, pero estoy convencida de que a partir de ahora estaré al tanto de lo que me quieran decir.

He comenzado a hacerles preguntas, tengo la sensación de que me han de responder; paso mucho más tiempo tumbada, mirando al infinito para ver mis signos y mantener un diálogo con ellos. Son tan hermosos, es tan simpático verlos flotar de un lado a otro, en esta forma definida y clara; percibo que algo dentro de mí me quiere, y no sé si es una parte oculta de mi personalidad o es que he sido invadida. Por si acaso no se lo voy a contar a nadie, no me gustaría tener que aguantar a las gentes más diversas llegando hasta mí, y pidiendo cosas raras, como bendiciones o premoniciones, en el supuesto que ellas puedan hacer ese tipo de cosas. Seguro que sí, porque leo bien claro “Cuidado ambulancia”